Edición 2023
Una cuestión de confianza

La confianza es un concepto inherentemente humano. Tanto es así que el intentar dar una definición concreta de lo que representa la confianza para nosotros resulta una tarea complicada. Al fin y al cabo, la confianza o bien la ausencia de la misma no dejan de ser sentimientos, que por naturaleza le son esquivas a las palabras. Sin embargo, la confianza es crucial para entender cualquier tipo de agrupación humana, desde las más primitivas tribus de cazadores-recolectores hasta la más ambiciosa proyección de sociedad futurista. Es aquello que nos permite estar seguros de que -con sus debidas excepciones- todo va a funcionar de la forma en la que se lo espera: confío que los miembros de una comunidad obrarán de manera bien intencionada; que los docentes educarán a los niños de forma correcta; que las empresas no buscarán réditos económicos a cualquier costo; que los políticos y gobernantes cumplirán su labor con compromiso y honestidad.

Ahora, si bien la confianza es la misma, sería absurdo pretender que funcione de forma similar a como funcionaba en la prehistoria con sociedades tribales de un puñado de habitantes. En comunidades con millones de habitantes cada vez más inmersos en la tecnología resulta imposible conocer de primera mano todos los trasfondos. En estas sociedades, nos vemos forzados a confiar en relatos e historias que mantengan una especie de amalgama social. Nuestra identidad nacional, nuestros valores y nuestra cultura son algunos de los principios que nos permiten mantener estructuras sociales sólidas.

Podría pensarse entonces que, en la era tecnológica, confiar sería más fácil. Con un acceso a la información nunca antes visto, podríamos arriesgar que sería más fácil discernir dónde depositar nuestra confianza. Sin embargo el mundo actual es un contraejemplo a tener en cuenta. Según estudios de la OCDE, apenas cuatro de cada diez personas confían en su gobierno nacional. La participación electoral se encuentra en constante declive, en parte producto de una población joven apática a una clase política en la que no confía. Alejándonos de temas políticos, vemos que también es tendencia la desconfianza hacia la comunidad científica, con cosas casi inofensivas como el terraplanismo hasta fenómenos peligrosísimos como el movimiento antivacunas.

Nuestra confianza es un elemento que nos permite dar poder a aquello que de alguna forma nos representa. Y a pesar de ello, en un mundo de avanzada, nos vemos siempre obligados a elegir entre relatos sesgados y polarizantes. ¿Por qué confiamos en lo que confiamos? ¿Hay una salida racional -algorítmica, si se permite- del asunto, o yace todo en una cuestión personal y subjetiva? ¿Estamos obligados a seguir depositando nuestra confianza ciegamente, o podemos involucrarnos más personalmente? En un mundo en el que la utilizamos como moneda de cambio, parece ser todo una cuestión de confianza.


Subtemas

Los siguientes textos profundizan en las ideas principales de cada uno de los subtemas de esta edición.

Sin fronteras

La existencia de fronteras es un prerrequisito de un mundo en el cual los bordes culturales y comunicacionales tienden a desdibujarse. Ampliamente, una frontera es aquello que delimita lo propio de lo ajeno. En su acepción más habitual, la frontera refiere a un límite político o geográfico cuyo fin es separar dos territorios. Su persistencia y aplicación dependen de la aceptación y la confianza de las partes involucradas y es por eso que están, en muchos casos, sujetas a cambios y disputas. A medida que las sociedades humanas comenzaron a complejizarse, su existencia se volvió casi inevitable como herramienta para comprender y organizar el mundo. 

Los bordes entre estados quizás sean el ejemplo más visible de la importancia de las fronteras a lo largo de la historia. Su validez está basada en el consenso internacional, y determina sobre qué territorio regirán las normas que ratifiquen sus autoridades. Esto, por supuesto, tiene impactos tangibles en las vidas de sus habitantes. Sin embargo, a medida que se desarrollan acuerdos supranacionales y se crean organizaciones multilaterales, los Estados sacrifican independencia en pos de integración o desarrollo, por ejemplo. 

A partir del final de la Guerra Fría la tendencia ha ido (casi) siempre en busca de la integración. El comercio internacional facilitó la erosión de los bordes para promover un mercado global unificado en el cual el intercambio de bienes y servicios sea lo más sencillo posible. La integración tiende a promover la paz entre distintos agentes: cuanto más interdependientes, más tienen para perder en caso de un conflicto o una situación de crisis en alguna de las partes. La Unión Europea quizá sea el modelo de organización que trascendió las fronteras gracias a su moneda unificada, el Parlamento Europeo y el espacio Schengen. Sin embargo, en ciertas ocasiones esta unificación total se ha visto desafiada. Por ejemplo, tomemos el reciente caso de la pandemia del COVID-19, durante la cual muchos países se volvieron más recelosos con el control de sus fronteras. ¿De qué forma las amenazas externas tienden a fortalecer las fronteras? ¿Sería posible que estos procesos tomaran otra forma si pudiéramos aprovechar mejor las tecnologías que hoy tenemos a nuestro alcance?

Internet probablemente sea el instrumento propiciador del estado de globalización en que nos encontramos actualmente. La misma es responsable de hacer realidad la promesa de la interconectividad total. Sin embargo, lo que en un principio parecía la puerta de entrada hacia una utopía de hiperconexión terminó con un resultado muy distinto. Extrañamente con la masificación de internet y las redes sociales vemos el surgimiento de nuevas fronteras. Las mismas no delimitan el territorio de los Estados, sino que marcan aquel contenido que queremos ver del que no. Incluso cuando internet presenta una cantidad de información nunca antes vista, en general somos muy poco permeables a aquello que entra en conflicto con nuestras creencias y convicciones previas.

Saliendo ya de la esfera virtual del asunto, otra arista que se presenta es la  situación migratoria. Tanto la internet como el comercio dan la sensación de que la globalización es un gran éxito, creando a su paso megaciudades cosmopolitas que refuerzan el tan afamado concepto de aldea global. Sin embargo, a medida que el intercambio de bienes e información se facilita, no sucede lo mismo cuando los seres humanos son quienes intentan cruzar esas fronteras. En múltiples lugares del mundo se han endurecido las políticas migratorias. ¿A qué se debe este rechazo a la inmigración? Más allá del debate de si la misma es beneficiosa, ¿no resulta irónico que tomen protagonismo ideologías que defienden la superioridad de ciertas culturas y costumbres por sobre otras en un mundo más globalizado que nunca? 

Este fenómeno de endurecimiento de fronteras es aún más impactante si consideramos el caso particular de aquellas que son invisibles. Las megaciudades traen consigo marginalización de las clases sociales más bajas, que precisamente por nacer en el lado incorrecto de una ciudad ven imposibilitado el acceso a servicios básicos. Si bien estas fronteras no tienen el aspecto que asociamos con la palabra es indudable que en ciertas ocasiones son hasta más imponentes que aquellas construidas de ladrillo y cemento.

También es importante preguntarnos: ¿qué forma tomarán las fronteras en un futuro? Hoy en día nuestra visión sobre ellas es en general rígida, pero se debe tener en cuenta que la forma en la que las fronteras actúan ha variado ampliamente a lo largo del tiempo. Por ejemplo, podemos analizar el caso de Tuvalu. Por cuestiones climáticas y el nivel de los océanos, Tuvalu va tristemente en camino a desaparecer bajo el agua. De esa forma están peleando por convertirse en una nación digital, es decir, una nación sin territorio propio. Extrapolando esta idea, ¿cómo funcionarán los Estados y sus fronteras en un mundo en el que las comunidades virtuales se habiten con tanta naturalidad como las reales? ¿Qué formas de organización política se adoptarán en este camino? ¿Cómo será nuestra representación en estas sociedades?

A modo de conclusión, es preciso recordar que una gran parte de los problemas a los que nos enfrentamos mantienen un carácter global. Las fronteras sin duda han sido partes fundamentales de la historia y necesarias para el progreso que logramos. El futuro de las mismas sigue siendo incierto, con posibilidades que van desde su endurecimiento hasta la creación de naciones digitales. ¿Cómo puede impactar en la organización y representación política?

El enigma de la singularidad humana

La inteligencia artificial ha revolucionado las maneras en las que la humanidad se vincula con el mundo digital y es en momentos de gran auge tecnológico que se requiere recordar los conceptos que abarca la misma. La Comisión Europea la define, con el fin de establecer determinadas pautas y regulaciones para el uso de la inteligencia artificial, como ”sistemas que pueden, para un conjunto dado de objetivos definidos por humanos, tomar decisiones o acciones autónomas y que además pueden ser programados para aprender o adaptar su comportamiento en función de su experiencia o su entorno”. Dentro de esta definición se observan múltiples tipos de inteligencia artificial respecto a diferentes modos de clasificación. Entre ellos, se conoce la Artificial Narrow Intelligence (ANI) como la IA cuyo foco de resolución es hacia un tipo específico de problemas, sin buscar mostrar inteligencia humana en su totalidad y es de uso distintivo en asistentes virtuales, reconocimiento facial, filtros de spam en casillas de mail y sistemas de vehículos autónomos. Luego, la General Artificial Intelligence (AGI) es aquella que representa habilidades cognitivas humanas, como lo son la comprensión y el aprendizaje, generalizadas en software para lograr encontrar una solución a tareas desconocidas que un humano es capaz de resolver. Por último, se engloba el futuro de la inteligencia artificial, cuando la IA no solo replique las habilidades humanas sino que supere esa capacidad, en una categoría en constante desarrollo: Super Artificial Intelligence (ASI).  

"El potencial de utilizar la IA de manera beneficiosa: menos contaminación, mejor atención médica, mejores oportunidades, mejor educación y más formas de permitir que los ciudadanos se involucren en la sociedad", declaró la vicepresidenta de la Comisión Europea, Margrethe Vestager. Se observa claramente el alcance de gran magnitud que tiene esta tecnología y a su vez, se comprenden los riesgos que supone el uso de la misma. Lo perteneciente a la tecnología se extiende hacia lo humano y viceversa, de manera tal que se difuminan los límites y bordes entre ambos espacios. 

Una de las maneras en las que se presenta este conflicto respecta los modelos de lenguaje generativos. ChatGPT es un chat de inteligencia artificial diseñado por OpenAI que posee la capacidad de generar texto indiscernible de aquel escrito por seres humanos. Si bien el programa no demuestra sentimientos ni opiniones propias, como lo hacen los humanos, el mismo sí se construye sobre una base de datos social que presenta contenido sesgado. Por ejemplo, la inteligencia artificial se encuentra con una barrera al momento de lograr una traducción precisa entre lenguajes con y sin género. El español, un lenguaje con género y el finés, un lenguaje sin género le significan un conflicto y un poder de decisión linguístico a la inteligencia artificial que se encarga de la traducción en casos en los que se debe lograr una interpretación única. Es entonces cuando los sesgos cognitivos se reflejan a la hora de ejecutar la tarea precisada y ocasionan una traducción errónea. ¿Es inevitable la reproducción de sesgos?

De manera similar, este conflicto figura en otros aspectos de diseño que trascienden la interfaz de comunicación humano-computador. La idea de diseño empático, una aproximación del diseño que busca entender las necesidades emocionales del usuario para idear productos y servicios que sean funcionales y satisfactorios para el público data de años atrás. La inteligencia artificial, por su parte, resulta de gran ayuda en la búsqueda de experiencias personalizadas pero persisten problemas a la hora de llevar a cabo un diseño que se adapte a todo y no solo a lo recibido estadísticamente. 

Con frecuencia se plantea si el avance y desarrollo de la inteligencia artificial tiene como objetivo replicar no solo la inteligencia humana sino también, demás cualidades propias del ser humano. La humanidad es un concepto de gran magnitud, que abarca no solo la capacidad factual de pensar, razonar e idear sino también cualidades como la empatía y la capacidad de sentir como la conocemos. 

Sin embargo, además de los valores que nos distinguen como seres humanos individuales existe un panorama social estrechamente relacionado y contemplado en el concepto de humanidad. La humanidad conlleva una sinergia colectiva entre distintos seres humanos, un aspecto cultural y social que proviene de la formación de comunidades y sociedades. Dentro de estas comunidades es que se definen los valores de confianza, pertenencia y creencia, susceptibles al ambiente dentro del cuál se los establece. Es para cada espacio y tiempo que la tecnología debe enfrentarse a diferentes perspectivas e interpretaciones de estos valores. Entonces,  ¿Los conceptos son redefinidos, juzgados o replicados sin más por la tecnología? Finalmente deriva la siguiente cuestión: ¿Son las cualidades humanas únicas o se las puede replicar mediante el desglose de un patrón de comportamiento analizado?

El concepto de “technological singularity permanece de relevancia aunque no suponga una prioridad en la sociedad. El término hace referencia a un punto hipotético en el futuro en el que el crecimiento tecnológico se vuelve incontrolable e irreversible, significando de esta manera cambios impredecibles para la civilización humana. De momento, la inteligencia artificial se ha desarrollado con tanta precisión y eficacia que lo humano y lo producido por la inteligencia artificial son, en ciertos casos,  indistinguibles el uno del otro. De dudar de la veracidad de esta declaración permítase responder la siguiente pregunta: ¿Qué garantiza que, por ejemplo, el mismísimo título de este subtema no sea fruto de una mente humana sino de ChatGPT?

El precio de la privacidad

Es innegable que el desarrollo tecnológico avanza a pasos agigantados. A lo largo del siglo XXI, nuevas formas de compartir información y conectarse, como las redes sociales, se asentaron en nuestra vida cotidiana, creando nuevos vínculos que previamente no existían. Hoy en día, es inconcebible la vida sin acceso a información en línea, en procesos donde están implicados la emisión, recepción, y procesamiento de datos en redes. 

Durante la pandemia de COVID-19, tanto empresas como gobiernos aceleraron la digitalización de múltiples procesos para poder seguir activos y competitivos en el nuevo mundo que surgía. De esta forma, trámites o procesos que anteriormente se podían resolver de forma presencial o telefónica ahora requieren un usuario y contraseña, junto con el aporte de información personal. Entonces, si bien la adopción de lo digital significó un salto muy importante a un nivel organizacional e industrial, también implicó un aumento en los problemas con la utilización, regulación, filtración y acceso de datos personales y públicos.

La Unión Europea define los datos personales como “cualquier información relativa a una persona física viva identificada o identificable”. Esto puede incluir información como el nombre, la dirección, el número de teléfono, la dirección de correo electrónico, la información de la tarjeta de crédito, la información médica, entre otros. 

Según We Are Social y Hootsuite¹, en su último Digital Report 2022, las tendencias actuales muestran que dos tercios de la población mundial estarán en línea en julio de 2023, y el número de usuarios de redes sociales será el equivalente del 60% de la población mundial. Entonces, es menester preguntarnos qué datos personales compartimos con diversas empresas y sitios web en nuestro día a día, y cuáles son los límites a la utilización de los mismos.

La protección de datos personales es importante por varias razones. En primer lugar, garantiza la privacidad y la seguridad de las personas al evitar el uso no autorizado o indebido de su información personal. Esto puede incluir la prevención de delitos como el robo de identidad y el acoso en línea. 

En segundo lugar, la protección de datos personales ayuda a construir la confianza de las personas en las organizaciones y las empresas que recopilan y utilizan su información. Si las personas saben que sus datos están siendo tratados de manera justa y transparente, es más probable que confíen en esas organizaciones y sigan utilizando sus servicios. 

Finalmente, la protección de datos personales es esencial para garantizar el respeto a los derechos fundamentales y la dignidad humana. Sin ella, las personas pueden verse expuestas a discriminación, acoso o daño económico.

Por todo esto es que las filtraciones de datos personales son un problema creciente en el mundo digital en el que vivimos. Una de las principales causas de estas filtraciones es la falta de medidas de seguridad adecuadas en las organizaciones. En muchos casos,  no se toman las medidas necesarias para proteger los datos de clientes y empleados, lo que permite a hackers y otros individuos malintencionados acceder fácilmente a esta información. Además, a menudo se recolectan y almacenan una cantidad excesiva de datos personales, lo que aumenta el riesgo de filtraciones. Asimismo, en algunos casos, se comparten o venden los datos de sus usuarios a terceros sin obtener el consentimiento adecuado, lo que viola la privacidad de las personas, o utilizan la información personal para fines que van más allá de lo que se ha autorizado, lo que también puede resultar en filtraciones.

Por ello, en los últimos años se revalorizó la importancia de tomar medidas de seguridad adecuadas para garantizar la privacidad de los datos. Algunos ejemplos de políticas y prácticas de seguridad sólidas son la encriptación de datos, la autenticación de usuarios y la detección y respuesta temprana a incidentes de seguridad

Uno de los casos más notorios de filtraciones de datos personales recientes es el caso de Wikileaks. En 2010, la organización publicó un gran número de documentos confidenciales del gobierno de los Estados Unidos, incluyendo cables diplomáticos e informes militares. Esta filtración de datos causó un gran revuelo en el mundo político y diplomático, y también reveló información personal de individuos no relacionados con el gobierno. Otro notorio ejemplo es el caso de Equifax en 2017. La empresa de informes de crédito sufrió una violación de datos que resultó en la exposición de información personal de 143 millones de personas, incluyendo números de seguridad social, fechas de nacimiento y direcciones. 

Estos casos ilustran la importancia de la protección de los datos personales y los riesgos asociados con la falta de protección de los mismos. Es crucial que las empresas y organizaciones adopten medidas de seguridad adecuadas para proteger los datos personales de sus clientes y empleados, adoptando un enfoque proactivo para la protección de los datos personales, ya sea a través de la regulación gubernamental o de la autorregulación.

Por lo tanto, ¿cómo podemos proteger los datos personales en un mundo cada vez más conectado y dependiente de la tecnología? ¿Hay algún tipo de información personal que no debería ser recolectada o compartida en absoluto?  ¿Qué responsabilidad tienen los individuos en la protección de sus propios datos personales? ¿Cómo podemos equilibrar la necesidad de recolectar y utilizar datos personales para fines comerciales con la protección de la privacidad de los individuos?


1 - DataReportal. (2022). Digital 2022: Global Overview Report. Recuperado de https://datareportal.com/reports/digital-2022-global-overview-report

Nota: Las opiniones e ideas presentadas en los textos fueron pensadas como motivación para facilitar la redacción de los textos necesarios para aplicar al SABF. No deben ser tomadas como verdad absoluta. En caso de estar en desacuerdo con las ideas presentadas, invitamos a los aplicantes a expresarlo en sus textos.